8 dic 2017

EL PRIVILIGIO ESPAÑOL POR LA INMACULADA

En 1760, el papa Clemente XIII (el mismo que suprimió a los jesuitas) proclamó a la Inmaculada como “Patrona Universal de los Reinos de España e Indias”, mediante la bula Quantum Ornamenti.
Carlos III instauró en 1771 la Orden que lleva su nombre y la puso bajo la advocación de la Inmaculada Concepción, de la que el monarca era devoto en agradecimiento al nacimiento del primer hijo del príncipe de Asturias. El color de la vestimenta de la Orden es el azul y las insignias (medallas y placas) llevan un grabado de la Inmaculada. Entre los deberes de los caballeros estaban su compromiso de defender el Misterio de la Inmaculada y comulgar en el día de esta fiesta o en su víspera. Estas obligaciones espirituales se suprimieron en 1847, cuando se reservó para premiar servicios al Estado.
El esfuerzo español tuvo su recompensa y el papa Pío IX proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción mediante la bula Ineffabilis Deus. En ella no se mencionaba a España, pero el pontífice dio muestras de agradecimiento en los años siguientes. Por ejemplo, el 8 de diciembre de 1857, en la inauguración de un monumento a la Inmaculada en la Plaza de España, donde se halla la embajada española desde hace siglos, al bendecir la imagen, Pío IX declaró:
“Fue España la nación que trabajó más que ninguna otra para que amaneciera el día de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María”.
En 1864, el mismo papa concedió el “privilegio español”. Aunque el tiempo litúrgico es el Adviento y a éste corresponde el color morado, que indica penitencia y el deseo por encontrar a Jesús, con la excepción del tercer domingo, en que se permiten ornamentos rosas, los sacerdotes en España y sus antiguas provincias de Ultramar podrán oficiar vestidos de azul (el color de la Virgen, tal como se aprecia en infinidad de cuadros), en la fiesta de la Inmaculada y en su octava (los ocho días posteriores). También podrán usar vestiduras azules en todos los sábados en que se permitan las misas votivas de la Santísima Virgen.
Desde entonces, los españoles han seguido dando muestras de su acendrado carácter mariano. En 1892, la Inmaculada se convirtió en patrona del Arma de Infantería española debido al milagro de Empel, ocurrido en Flandes en 1585.
En su primera visita a España, Juan Pablo II alabó el compromiso de los españoles con la Virgen María:
“El amor Mariano ha sido en vuestra historia fermento de catolicidad; y ha impulsado a las gentes de España a una devoción firme y a la defensa intrépida de la grandeza de María, sobre todo en su Inmaculada Concepción”.
Pedro Fernández Barbadillo